30 de septiembre de 2010, fue en el regimiento Quito número 1 donde principió la protesta policial, cerca de las 8 de la mañana empezó la toma del regimiento. Los sublevados reclamaban por la eliminación de las condecoraciones y bonos por años de servicio. Las principales calles de la ciudad de Quito: la avenida 10 de agosto, la avenida seis de diciembre, la panamericana norte; todas estaban bloqueadas por integrantes de la tropa policial, quema de llantas, alambrado con púas, tierra, escombros y cientos de policías bloqueaban el paso vehicular.
Los manifestantes recibieron al Mandatario con insultos y gritos, hasta con una bomba lacrimógena intentaron ahuyentar al presidente. Ni siquiera eso amedrentó a Correa quien resaltó las obras y los beneficios que recibió la policía en su gobierno. Rafael Correa destacó el incremento de salarios, la dotación de armas y las mejoras en las condiciones de trabajo de los manifestantes.
Sin embargo el Presidente, Rafael Correa, no logró calmar los ánimos de los uniformados, quienes gritaban: “no escuchen a este mentiroso”, “abajo el Presidente”, “queremos nuestro bono”, “nos quitaron los juguetes, nos quitaron los bonos…”
Y el mandatario gritó: “si eres un servidor público por lo menos respeta a tu presidente.”
Un grupo de manifestantes reiteró: “Lucio presidente”
Esto molestó aun más al presidente, quien se abrió la camisa y corbata, y dijo: “Mátenme si tienen valor (…). Acaban de nombrar a Lucio Gutiérrez, para que vean de donde vienen estas cosas”.
El primer Mandatario intentó abandonar el recinto policial y calificó el hecho como una “traición a la Patria”, ratificó la decisión de suspender los bonos y canastas navideñas.
La tropa comenzó a lanzar gases lacrimógenos acompañados de insultos y también se intentó golpear al Mandatario. Desde ese momento el caos y la violencia se apoderaron del lugar. Uno de los manifestantes pateó la rodilla derecha del Presidente e incluso una bomba lacrimógena estuvo a punto de golpearle el rostro Correa estuvo a punto de desvanecerse más de una vez.
Los seis escoltas de Correa lo llevaron al hospital de la Policía y ahí recibió asistencia médica. En las afueras del hospital los uniformados imposibilitaban la salida del Presidente. Por lo que permaneció “secuestrado” durante horas.
Los medios públicos invadieron la señal radiofónica y televisiva. La única información que estaba presente era la del canal gobiernista. Entonces Correa dijo a la televisión pública que hay una conspiración en contra de su gobierno, “con dolor tengo que decirlo: no solo de la oposición, son compañeros nuestros (asambleístas), muchas veces fruto de indecisiones y dilaciones, de no comunicar bien las cosas”. Aseguró que piensa muy seriamente en aplicar el mecanismo de la ‘muerte cruzada’.